¡NO DESAHUCIES TU MARCA, MEJOR REGÍSTRALA!
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Estimado profesionista del área médica o dental:
A través de estas líneas, quiero compartir contigo una triste historia relacionada con un importante activo intangible que todos poseemos. Me refiero específicamente a la marca o marcas con las que promovemos nuestros servicios profesionales o comerciales.
La historia comienza con un cliente dedicado a la distribución de piezas dentales y otros productos relacionados, a través de un reconocido depósito dental de nuestra región —cuyo nombre omitiré por razones de ética profesional—, quien acudió a nuestra firma legal en busca de asesoría ante un problema surgido con un consultorio dental que estaba utilizando el nombre comercial de su depósito para promoverse.
Al escucharlo, supimos que este comerciante llevaba años utilizando cierta denominación —la cual, para efectos de este artículo, llamaremos “Marca X y su correspondiente logotipo”—, pero que, por descuido, desidia o ignorancia, jamás la había registrado formalmente a su favor ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Por lo tanto, no contaba con un título de registro que lo acreditara como propietario legal, ni que le permitiera comercializar libremente sus productos bajo dicha denominación.
Nuestra primera acción como asesores fue solicitar a los dentistas que cesaran el uso de la “Marca X y su correspondiente logotipo” y que cedieran los derechos de registro a nuestro cliente. Sin embargo, su respuesta fue negativa, argumentando que al momento de registrar la marca, ésta se encontraba disponible y susceptible de ser registrada por cualquier persona.
Ante dicha respuesta, les explicamos que el hecho de que una marca no esté registrada no significa que cualquiera pueda adueñarse de ella, ya que si una persona puede demostrar su uso previo, tiene derecho a reclamar el uso indebido por parte de terceros. Les dejamos claro que nuestro cliente podía ejercer acciones civiles, mercantiles e incluso penales de carácter federal en su contra si no cedían los derechos a favor del legítimo propietario.
Sin embargo, en esa etapa del procedimiento, nuestro cliente nos informó que había llegado a un acuerdo informal con los dentistas: ambas partes podrían seguir usando la “Marca X y su logotipo” y, por tratarse de buenos clientes, no ejercería acción legal alguna siempre que continuaran comprando sus productos.
Como asesores legales, le advertimos que si no firmaban un acuerdo legal que estableciera claramente las condiciones del uso compartido, podrían surgir problemas futuros. Nuestro cliente desestimó esta recomendación, asegurando que el tema estaba resuelto y que no necesitaría más de nuestros servicios.
Meses después, el cliente volvió a buscarnos, ya que enfrentaba diversos procedimientos judiciales, entre ellos uno de carácter penal por el delito de plagio, interpuestos por los dentistas por el uso indebido y sin autorización de la “Marca X y su correspondiente logotipo”.
Ante esta situación, reiniciamos nuestra asesoría, recomendándole que enfrentara los procedimientos legales con base en las pruebas que acreditaban su uso previo de la marca durante años. Esto le permitía defenderse y obtener un resultado favorable, e incluso revertir las consecuencias legales iniciadas por quienes antes fueron sus clientes y ahora eran sus demandantes.
Desafortunadamente, esta historia termina de forma trágica. A pesar de contar con todos los elementos para defenderse y tener una alta probabilidad de salir victorioso, nuestro cliente decidió no hacerlo. No tenía el ánimo ni la intención de entrar en pleitos legales, que le implicarían tiempo, dinero y esfuerzo. Optó por negociar un pago en su contra, una cantidad considerable, por concepto de regalías por el uso indebido de la marca, y aceptó dejar de utilizarla, adoptando un nombre comercial diferente, aunque legítimamente siempre fue su creador original.
Así, perdió todo lo que había construido con su marca. Se vio gravemente afectado, no solo en lo económico y en su posicionamiento en el mercado, sino también en su esfera moral, familiar, comercial, intelectual y emocional.
Para concluir, me permití utilizar la palabra “desahuciado” en el título de esta comunicación, ya que, si bien es un término médico que implica una enfermedad incurable, también se utiliza para describir la pérdida total de esperanza de alcanzar un objetivo deseado. Y eso fue exactamente lo que le sucedió al protagonista de esta historia.
Espero que este relato te ayude a tomar conciencia y a ser previsor, registrando tus marcas y protegiendo tu propiedad intelectual. Así evitarás que terceros hagan uso indebido de lo que legítimamente te pertenece, afectando tus intereses económicos, tu tranquilidad personal y tu prestigio profesional.

LIC. EDGARDO CRISTERNA CAMACHO
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